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Cuando terminé mi curso de fotografía la directora dijo: ”Ahora es decisión de cada uno elegir qué fotografiar” y así lo hice, quería hacer visibles a los invisibles, los viejitos que estaban pidiendo o vendiendo alguna manualidad en la calle. Quería fotografiar sus primeros planos y hacer que la gente los viera, ponerles nombre y conseguir que ya no fueran invisibles. Son personas con historias increíbles, que ya están al final de sus días y necesitan salir a pedir o vender algo ese día porque si no, simplemente no comen. “Una vida en la mirada” así decidí llamar a esta colección que ha ido creciendo a lo largo de los años y donde sus ojos lo dicen todo, vidas de esfuerzo, de alegrías, que también tuvieron, y de tristeza.
Años después, con 39 años, la pérdida de mi marido, en un accidente automovilístico, me llevó a la pintura. Descubrí en ella el refugio para mis sentimientos y la actividad que mis manos pedían para hacer fluir mis pensamientos. Al pintar, durante esos momentos, todas mis responsabilidades como madre de unos chiquitines se evaporaban y fue apareciendo la Sole pintora. Decidí pintar también a mis “viejitos”, pero no simplemente pintarlos, necesitaba plasmar sus vidas de alguna forma y elegí hacerlo sobre novelas rosas de principios del siglo XX que expresaban perfectamente el contraste entre el romanticismo de esas novelas donde todo era perfecto y el amor era para siempre y la vida real muchas veces dura y triste.
Lápices de colores sobre páginas de novelas antiguas, 40x50 cm. (16x20 in.)
Venta: Litografía numerada
Cualquiera que me conozca sabe que el deporte y yo no nos llevamos bien. Así que también sabrá que es extremadamente raro verme con unas zapatillas puestas. Pero sí, decidí pintarlas. Comencé en la época que regresaron los Converse “con todo”, mis hijos suspiraban por unos, viendo en su diseño retro lo más moderno del mundo. ¡Me encanta ese diseño! Al mirarlos despiertan en mi un sentimiento de nostalgia difícil de describir. Sus suelas cuentan una historia, la del camino recorrido. Y es en ellas, las suelas desgastadas, donde encontré el título para esta serie, Pisando fuerte. Con la esperanza de despertar en el espectador el empuje que tenemos que tener para avanzar en la vida, con seguridad, con determinación y con la confianza plena en lo que hacemos, con el acompañamiento de un zapato cómodo, perfectamente armado a nuestros pies, para que, a pesar de las cuestas, las logremos subir, sabiendo que después vendrá una bajada y la zona llana que es mucho más fácil de caminar.
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Sentimientos es la serie que empieza a surgir en mi cabeza aquellos que te despierten al ver la figura. Yo percibo un padre abrazando a su hija, el amor más puro que existe, en ese abrazo está todo el cariño, la protección, el entendimiento, la generosidad, el DAR con palabras mayúsculas. Para la peque es el lugar seguro, donde nada puede dañarla, un remanso de paz, de entrega, de ser querido por el solo hecho de ser.
Eso quiero reflejar, de esa forma mis manos han engranado colores que se entrelazan, múltiples tonalidades de azul, blanco, gris, ocre, algún marrón despistado, todos van formando el fondo perfecto para que sobre ellos puedan surgir las dos figuras con su abrazo entrañable.
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